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Día de la madre de una mujer infértil

¿Sabés cómo vive el día de la madre una mujer con esta condición?. 

¿Me permitís que te cuente una historia? En verdad, mi historia…

Año tras año me la pasé viendo cómo las mujeres de mi costado festejaban. Año tras año estuve en medio de historias de amigas, familiares y conocidas que tienen más de 2 hijos. Amigas que se embarazaban, familiares que no esperaban hijos y que de pronto te daban la noticia de un embarazo sorpresivo.

Recibía invitaciones a baby showers, bautizos, fiestas y cumpleaños infantiles.

 

  • ¿Cómo puede sentirse una mujer joven y con ganas de ser mamá en medio de ello? 
  • ¿Cómo puede sentirse si al momento de ovular su pareja se duerme? 
  • Más aún en medio de los comentarios del estilo: “¿Y vos para cuándo”? ¡Mirá que ya se pasa el tiempo!”.
  • ¿Cómo puede sentirse cada mes con su calzón rojo?.

 

Sí sí, acertaste ¡FATAL!. 

Sin mamá que te sostenga y como “sapo de otro pozo” mientras ves como el reloj biológico té dice ¡ya te queda menos!.

Agrégale “la sal” de familiares cercanos con niños incluidos en las salidas de fin de semana interminables, las miradas por lo bajo, más esposo que tiene hijos y gente alrededor que mira con expresión de “pobre hombre, otro más para qué?”.

 

Las ganas de llorar, de ahorrar energía, de empatía, de paz, de comprensión iban en aumento. 

Y para colmo, el remate ginecológico: “el stress, la endometriosis, la artritis y el hipotiroidismo no te ayudan”.

 

Escenario poco feliz, pero me acordé un día de la frase de Paulo Coelho en El Alquimista “cuando deseas algo, todas las fuerzas del universo conspiran para que lo logres”, y ya.

 

Me retiré de mi amada profesión para buscar cumplir mi sueño de ser mamá, de entregar amor del bueno, de recibir caricias genuinas de un par de manitos pequeñas. 

 

Vino entonces el FIV (tratamiento de fecundación in vitro) con sus inyecciones diarias de las 7 pm, las lisuras en el tráfico para llegar sin problemas a la clínica para recibirlas, siempre rezando. Cada día dolían más y mi irritabilidad aumentaba.

Luego llegó la punción de mi único ovulo, esperar todo el proceso y los 5 días de “hotel” en un platito de laboratorio de mi único embrión, durante los cuales nunca recibí noticias 100% alentadoras.

Luego, la transferencia (recibir a mi embrioncito) y 15 días más de espera en que los pechos me explotaban y no saber si eran las benditas hormonas o un proceso “feliz”.

Vino el día del examen beta y tuve que esperar hasta las 5 pm para saber qué significaba el resultado, porque no lo entendía. Cuando lo entendí, finalmente no sabía si reír o llorar

 

¡Un nuevo comienzo! ¡Y no tenía idea de nada!. Lo único que sabía es que ¡finalmente estaba embarazada!.

Comencé a leer de todo, me alegré y también me asusté…me había enfocado durante tanto tiempo en quedar embarazada y ya lo había logrado, pero…¿y ahora qué?. Mi única experiencia en esta vida había sido como auditor, y entonces me pregunté ¿cómo se come esto de la MATERNIDAD?.

Aún recuerdo las “sabias” palabras que una vez escuché sobre cómo tratar a un bebé: “se le pone doble pañal y que lloré hasta que aprenda a dormir “. Como no me sonó demasiado y no suelo hacer mucho caso, decidí formarme en maternidad y crianza. Pero la realidad y las expectativas no coincidieron…en resumidas cuentas, y luego de pasar por varias experiencias no previstas, me propuse renacer y despertar. 

 

Mi hija nació sana y hermosa. ¡Mi tesoro y mi mejor maestra!. Y terminaron las invitaciones a los eventos de todo tipo, al igual que las llamadas familiares. Pero bueno…me propuse entonces mirar hacia otra parte más POSITIVA y PRODUCTIVA. Ser referente e inspiración para mi pequeña, para que pueda tener la vida feliz que merece.

Luego de recorrer un buen camino de desarrollo y crecimiento personal, finalmente comprendí que somos mente, nuestra mente nos lleva donde realmente queremos si nos lo proponemos, nos enfocamos y decidimos jugarnos.

 

Si la infertilidad tocó a tu puerta y llegaste hasta acá en la lectura, por favor acordate de la frase de Paulo Coelho.

 

Si tenés a tu costado a una mujer que está buscando bebé y/o tiene problemas de infertilidad, regalale tu empatía. Si sos madre, no necesitas esconderle tu maternidad, pero mucho ayudarás con tu empatía, tu comprensión y considerar lo que está viviendo antes de, por ejemplo, invitarla a reuniones que pueden tocar hasta su fibra más sensible, sin siquiera mencionar o hacer NADA en relación a lo que puede estar sintiendo. Cuida siempre por favor tus comentarios y tus acciones.

 

Finalmente, los milagros existen y nuestra mente se encarga de acercarnos a ellos. La maternidad es una palabra enorme y hay diversas formas de vivirla y alcanzarla. 

 

Lo que todo este camino humildemente me permitió comprender, es que el día de la madre termina siendo todos los días, y cada uno de nosotros tenemos la capacidad de decidir cómo los vivimos…en la zona de confort, en la tristeza o en la lucha.

 

Irene

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